resumen

Durante seis años ha estado en obras última unas lonas, la más emblemática, la que diseñó Mariscal, que ha cubierto La Rotonda desde abril de 2014, y que fue retirada hace sólo unos días. Ayer, los operarios terminaron de quitar los vendajes a este edificio centenario que es historia de la arquitectura e historia del barrio de Sant Gervasi de Barcelona. La reforma, en la que el propietario, el grupo Núñez y Navarro, ha invertido 70 millones, ha servido para restaurar parte de la fachada original y también la cúpula que culmina el templete circular que le da nombre, y, sobre todo, para darles nueva vida. A partir de septiembre, que es cuando se prevé que concluyan las obras, acogerá oficinas y locales comerciales -unas y otras en régimen de alquiler- y un aparcamiento de cinco plantas.
 
Serán nuevas funciones para un edificio de 10.900 m2 concebido a principios del siglo XX por el arquitecto Adolf Ruiz Casamitjana que primero fue hotel y llegó en el siglo XXI funcionando como clínica para enfermos terminales, después de múltiples transformaciones que desfiguraron el conjunto original. Núñez y Navarro, que adquirió el inmueble en 1999, dice que el proyecto de reforma, concebido por el arquitecto Alfredo Arribas, buscaba recuperar el aspecto modernista original. Se refiere al templete y en la fachada Ruiz Casamitjana, presentes ya en la Rotonda primigenia, que ya funcionaba como hotel en 1910. El ala añadida una década después por Enric Sagnier en la que fue la primera mutación del edificio, de estilo novecentista, ha volado.

 

 

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